El big data, la robotización, la inteligencia artificial no pueden sustituir al médico
El big data, la robotización, la inteligencia artificial … son herramientas que poco a poco se están incorporando a la práctica médica y que para muchos llegarán a sustituir al médico. Frente a esta tendencia, cada vez son más los científicos que reivindican el papel del médico, de su conocimiento, de su intuición e, incluso de la inspiración creadora.
En su último número, la revista The Lancet publica un artículo, titulado “Medicina ¿arte o ciencia? que resume una preocupación creciente sobre la deshumanización de la medicina. En una línea similar, el doctor Jan Tesarik, director de la Clínica MARGen de Granada, señala que estas herramientas pueden ser muy útiles pero es peligroso darles una importancia desmesurada, hasta el punto de poder sustituir algún al ser humano como médico.
“Estoy profundamente convencido -afirma el científico granadino- de que ningún programa informático y ninguna máquina, por más avanzados que sean, podrán sustituir al ser humano en la función de médico. Pueden proporcionar una ayuda útil, pero la última palabra, siempre, tiene que ser la del médico”.
El artículo publicado en The Lancet parafrasea la declaración de Hipócrates: “Donde hay amor a la humanidad, hay amor al arte” “y esto es lo importante”. Tesarik se pregunta “¿Puede alguna máquina o algún programa informático aprender qué es amor o qué es arte? Ni siquiera nosotros, los humanos, podemos traducir este sentimiento en un lenguaje mental”.
Para el pionero de la Fecundación in Vitro, “se trata de una experiencia por encima de todos conceptos mentales, que en ningún caso se puede definir científicamente”. Y continua, un buen médico no categoriza fríamente al paciente en tal o tal grupo, pero escucha, observa, toma notas de todos los matices verbales y extra verbales, y ama. Sobre todo ama. Solo así puede tratar a un paciente como a un ser humano y no a un mero numero en las estadísticas.”
El doctor Tesarik aplica esta filosofía desde hace años al tratamiento de infertilidad y la aplica en la formulación de protocolos estrictamente personalizados, a la medida de cada pareja individual, tanto en el ámbito de la estimulación ovárica en casos difíciles (protocolo CARE) como en el de la donación de óvulos (protocolo CODE). “Cabe esperar -concluye- que otros centros de reproducción asistida adopten esta filosofía para dar a las parejas infértiles el máximo de eficacia, acompañada por el calor humano, en lugar del tratamiento frío e impersonal”.